El flujo vaginal ayuda mantener lubricada la vagina, además de protegerla de infecciones e irritaciones. Sus características normales pueden variar según la etapa del ciclo menstrual en la que te encuentres, es decir, que en ocasiones este puede ser blanco y pegajoso y en otras transparentes y líquido.
Cuando se presentan cambios en las características físicas de la secreción vaginal, puede ser un signo de infección, como por ejemplo:
Textura grumosa o espumosa
Un color diferente, una secreción amarilla oscura, verde o gris puede indicar una infección u otro problema.
El flujo vaginal tiene olor característico, pero este no debe ser fuerte o desagradable (fétido o a pescado)
Además, si estos cambios se asocia con otros síntomas como la irritación, inflamación o comezón, puede estar relacionado con una infección, por eso te recomendamos consultar con tu servicio de salud para que puedas identificar la causa y recibir el tratamiento adecuado.