Existen dos tipos de zonas erógenas, las primarias que corresponden a los genitales tanto femeninos como masculinos y las generales o secundarias que están en el resto del cuerpo. En el caso de las mujeres, las zonas erógenas primarias son la vagina y el clítoris. En los hombres es el glande o la cabeza del pene; se considera como primarias porque su estimulación puede llevar al orgasmo de forma más rápida.
Las zonas erógenas generales o secundarias corresponden al resto de los órganos genitales; en la mujer la vulva, los labios mayores y menores y en los hombres el escroto y el prepucio; también incluyen para hombres y mujeres el vientre bajo, la región inguinal, el ano y el recto junto con el periné (zona que se encuentra entre los genitales y el ano). A nivel general, fuera de los genitales están los labios, los pezones y las mamas, el cuero cabelludo, el cuello, la zona de la clavícula, axilas, costados laterales del tronco y el pecho, la espalda, las nalgas y la cara interna de los muslos.
Es importante tener en cuenta que toda la piel puede funcionar como una zona erógena y que el erotismo depende también del cerebro y su capacidad de erotizar los distintos estímulos.