11:40 p. m. 21/03/2022
En una relación ¡Todo vale! Siempre y cuando se haga en el marco del respeto y con el consentimiento de las personas involucradas.
La sexualidad y las relaciones sexuales comprenden distintos modos de interactuar entre las personas. Tal vez te hayas preguntado: ¿qué pasa si quiero hacer o no esto o aquello con mi pareja? ¿será que me gusta o francamente no me interesa?
Existen una variedad muy amplia (casi tanto como la imaginación lo permite) de prácticas sexuales, que pueden resultar atractivas para algunas personas, pero no para otras. Así mismo, el deseo o no de tener relaciones sexuales, el cómo, el dónde y el cuándo, dependen de cada uno (a) y decidirse por una u otra opción, requiere de tener un conocimiento claro de lo que cada quien quiere para sí mismo (a), que espera compartir o no con su pareja al igual que conocer y respetar lo que la otra persona piensa y desea.
Pero ¿a qué va todo esto? Es importante recordar que todas las personas tienen unos derechos sexuales y reproductivos y aunque no se digan de forma textual, también unos deberes. Tomar la decisión de tener relaciones sexuales con todo lo que puede implicar (desde el más sencillo de los besos hasta los coitos y los embarazos), requiere que tanto tú como tu pareja tengan claro que es necesario dar un consentimiento, que sea libre, sin presiones, para que se pueda disfrutar de una sexualidad placentera y sana. Este consentimiento debe estar presente en todo momento y para hacerlo valido es necesario que sea expresado, pues no se puede asumir que tú o tu pareja van a estar siempre “disponibles” para tener relaciones sexuales o que están de acuerdo en tener una práctica sexual u otra.
Es recomendable tener una buena comunicación con la pareja, es decir, una comunicación asertiva, que les permita expresar y conocer los deseos y las necesidades de la otra persona, así como las cosas de las que disfrutan y de las que no y así poder decidir sí se quiere realizar una práctica sexual en particular o no. En caso de que tú o tu pareja no quieran continuar o realizar alguna actividad sexual a pesar de haber dado su consentimiento al principio, también es posible decir que NO, sin que esto resulten en que tú o tu pareja se sientan mal por ello ni que se considere una forma de rechazo; tampoco que el no consentir una relación o una práctica sexual se pueda convertir en un motivo para manipular a la otra persona, como por ejemplo la popular “prueba de amor”, que si “no se da” es porque “no se quiere a la otra persona” y en muchas ocasiones puede resultar en insatisfacción para alguno de los miembros de la pareja, embarazos no deseados e incluso infecciones de transmisión sexual.
Cuando tú o tu pareja dan el consentimiento para una relación sexual y alguno decide que ya no quiere o no le interesa, es absolutamente importante que la otra persona respete la decisión, sin que se preste para ser vulnerado (a) o violentado. Un ejemplo de ello es cuando alguien se arrepiente de tener una práctica sexual y la otra persona “le obliga” a tenerla. Obligar puede significar varias cosas: que se haga por la fuerza, mediante chantaje emocional o que se haga bajo el efecto de las drogas y el alcohol, incluso sin haber tenido el consentimiento previamente. Todas estas son formas de violencia sexual, por eso es tan importante que el consentimiento sexual esté presente y sea claro que se puede o no dar, sin que genere situaciones negativas.
Recuerda establecer una comunicación clara con tu pareja, establecer unos límites y acuerdos que les permitan tener una vida sexual placentera y feliz. También si notas que eres o has sido o conoces a alguien que haya sido víctima de algún tipo de violencia sexual, te recomendamos consultar a tu servicio de salud o a través de las líneas destinadas para ello.