03:19 p. m. 21/03/2022
Para Santiago ahora todo resulta tranquilo y feliz. Su vida era muy distinta en el pasado porque tuvo que superar muchas pruebas y cambios para poder vivir como siempre había soñado.
Él es un chico de 15 años que le gustan los deportes, estar con sus amigos, salir de paseo y compartir con su familia.
Al nacer, su familia lo identificó como Catalina. Sus padres siempre le vistieron, le trataron y le hablaron como a una niña. Pero ¿cómo no?, si desde que a su mamá le comenzaron a realizar los controles del embarazo, en las ecografías se veía que sus genitales eran femeninos y luego al nacer, el personal de salud que les atendió les felicitó por su nueva hija. Al ser la primera bebé que nacía en su familia, todos estaban muy emocionados y giraban alrededor de sus cuidados. Entonces sus papás se encargaban de comprarle vestidos y muñecas para jugar.
Pero Catalina con los días se iba dando cuenta de que estas cosas no le atraían tanto, que prefería otro tipo de juegos y vestirse como un niño; aunque sabía que sus genitales y el trato que recibía en su casa, correspondían al de una niña, no estaba del todo cómoda.
En un primer momento a nadie le pareció que el asunto ameritara ponerle atención, pues tanto los niños como las niñas pueden compartir juegos en común e incluso vestirse con ropa que usualmente usan los niños y las niñas del sexo opuesto, sin que signifique nada más. Pero para ella esto cobró un significado diferente y a medida que crecía se sentía cada vez menos cómoda como una niña y mejor como unA los 11 años, Catalina ya era una excelente jugadora de futbol y asistía a las distintas competencias que su colegio programaba. Empezó a notar los cambios que vienen con la pubertad, como el crecimiento de los senos y la aparición de vello en las axilas y a nivel genital. Esto le produjo aún más incomodidad consigo misma.
Además, tenía dificultades con sus compañeros (as) de clase, pues la consideraban masculina para ser una niña, la hacían sentir sola y discriminada.
En una ocasión, la psicóloga del colegio les dió una charla sobre la identidad y la orientación sexual y fue ahí cuando Catalina pudo entender cuál era la causa de todos sus malestares. A pesar de su cuerpo de niña y el trato que había recibido siempre de parte de todos, ella no se sentía bien, pues en realidad se sentía como un niño, es decir que es una persona transgénero o trans. Luego de esta importante revelación, ella decidió hablar con sus padres, con un poco de miedo al principio, pero ellos le escucharon atentamente y preocupados, porque no sabían cómo manejar la situación, decidieron investigar más a fondo y apoyarla en todo.
Entonces su primera tarea fue llamarla Santiago y entender que era un niño como se sentía y no una niña. Al principio, les resultó muy difícil tanto para Santiago como para su familia entender y vivir todos estos cambios. Tuvieron que asistir a distintas consultas médicas y valoraciones por psicología, al igual que con otros profesionales de la salud. Con esto, obtuvieron la información y el apoyo necesario para que Santiago pudiera seguir su vida normalmente. Claro, esto también dio paso para que Santiago recibiera tratamientos hormonales, entre otros, para evitar que los cambios de la pubertad gobernados por sus hormonas femeninas continuaran adelante, de manera que pudiera estar más cómodo consigo mismo. Fue necesario mejorar su comunicación con su colegio, sus compañeros (as) al igual que con sus profesores (as) de manera que ellos pudieron entender a Santiago y acompañarlo en su proceso de cambio.
Ahora, luego de este arduo proceso, Santiago se encuentra feliz al saber que se descubrió y se acepta a sí mismo tal y como es, que cuenta con una familia y muchas personas que le aman, le acompañan en el camino y que entienden que ser transgénero es solo otra forma de vida, una de tantas posibilidades y tan válida como las demás.